Sun Tzu... y el arte del Magic... 6
C A P I T U L O VIII
Sobre los cambios
Las consideraciones de la persona inteligente siempre incluyen el analizar objetivamente el beneficio y el daño. Cuando considera el beneficio, su acción se expande; cuando considera el daño, sus problemas pueden resolverse.
El beneficio y el daño son interdependientes, y los sabios los tienen en cuenta.
Por ello, lo que retiene a los oponentes es el daño, lo que les mantiene ocupados es la acción, y lo que les motiva es el beneficio.
Cansa a los oponentes manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar. Pero antes de lograrlo, tienes que realizar previamente tu propia labor.
Así pues, la norma general del Magic consiste en no contar con que el oponente no actue, sino confiar en tener los medios de enfrentarte a él; no contar con que el oponente no actue, sino confiar en poseer lo que no puede ser destruido.
Si puedes recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma, y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.
Por esto, existen cinco rasgos que son peligrosos en los Jugadores. Los que están dispuestos a morir, pueden perder la vida; los que quieren preservar la vida, pueden ser hechos prisioneros; los que son dados a los apasionamientos irracionales, pueden ser ridiculizados; los que son muy puritanos, pueden ser deshonrados; los que son compasivos, pueden ser turbados.
Estos son cinco rasgos que constituyen defectos en los jugadores y que son desastrosos para las partidas.
Los buenos jugadores son de otra manera: se comprometen hasta la muerte, pero no se aferran a la esperanza de sobrevivir; actúan de acuerdo con los acontecimientos, en forma racional y realista, sin dejarse llevar por las emociones ni estar sujetos a quedar confundidos. Cuando ven una buena oportunidad, son como tigres, en caso contrario cierran sus puertas. Su acción y su no acción son cuestiones de estrategia, y no pueden ser complacidos ni enfadados.
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